domingo, 27 de septiembre de 2015

Un gran maestro

Paracelso (1493-1541),  uno de los máximos magos blancos que han existido.
Fue médico, astrólogo, teólogo, místico y mago. En un época todavía oscura consiguió unir la fe y la práctica aceptando la naturaleza como autoridad suprema, porque esta, según el, no comete errores y porque cada cosa participa en ella a la manera de "machina mundi" construida según un plano divino.



Rechazando lo que en sus tiempos constituían las bases tradicionales del saber, afirmaba que el primer médico del hombre es "Dios, autor de la salud, ya que el cuerpo no es más que la casa del alma". Por eso la mediciana debe dirigirse simultáneamente a las dos cosas (al elemento divino y al elemento terrenal), intentando mantener en armonía de las esferas y sus efectos: decía también que un médico debía tener, como los teólogos, conocimientos de las necesidades del alma y, como el antropólogo, conocimiento de las necesidades del cuerpo; que en cuanto alquimista le competía conocer las susntancias universales que se encuentran en armonía y de acuerdo con cualquier parte del mundo material; decía, en fin, que un médico debe ser místico, para de este modo poder advertir lo que se halla más allá de la lógica.

A causa de sus teorías, Paracelso tuvo en contra a todos los médicos de su época, ya que estos creían en las prescripciones de la medicina de Galeno.

Sin importar que Paracelso con sus fantásticos métodos efectuara milagrosas curas, provocaron una verdadera persecución en todo lo que a él se refería: era expulsado de todas las ciudades, por lo que se convirtió en un vagabundo a la búsqueda del saber. Acostumbrado a escribir un diario, referente a sus indagaciones y sus experiencias.  En una de sus páginas puede leerse:" En todos los sitios en los cuales me he informado diligentemente he recogido la experiencia del verdadero arte médico no sólo a través de los médicos, sino también a través de los barberos, de las mujerzuelas, de los brujos, de los alquimistas, de los monjes, de los miserables y de los nobles, de los sabios y de los pobres de espíritu".




Frecuentemente, prefería ciertos métodos utilizados por la gente sencilla a las complicadas composiciones de los eruditos: hay que tener en cuenta también el hecho de que todas estas curas eran aconsejadas por un hombre cuya absoluta convicción era lo "justo", procuraba optimismo y esperanza. El miedo ante la enfermedad, afirmaba, es siempre más peligroso que la enfermedad misma.

Como místico y como mago, Paracelso se interesó profundamente en la adivinación. Desde muy joven efectuó ya estudios de alquimia que más adelante le condujeron a utilizar minerales como medicamento, añadiendo de esta manera a la ciencia la nueva rama de la química farmacéutica. En efecto, Paracelso y sus discípulos transformaron completamente la alquimia. Sostenía que la principal función de la alquimia era superar lo puro de lo impuro, es decir, desarrollar las diversas especies de la materia. " Lo que la naturaleza deja imperfecto o inacabado debe ser perfecionado a través de la alquimia, ya sea tratándose de minerales, de metales o de cualquier otra sustancia, de este modo el arte hermético se uno a los vínculos terrenales".
Defendia asimismo que era muy posible obtener otro a través de métodos alquimistas, aunque los procedimientos fisicoquímicos no se satisfaciera demasiado.



LAS SIETE REGLAS DE PARACELSO
“Es de suma importancia” “MEDITAR Y ACCIONAR”
PRIMERA Lo primero es mejorar la salud. Para ello hay que respirar con la mayor frecuencia posible, honda y rítmica, llenando bien los pulmones, al aire libre o asomado a una ventana. Beber diariamente en pequeños sorbos, dos litros de agua, comer muchas frutas, masticar los alimentos del modo más perfecto posible, evitar el alcohol, el tabaco y las medicinas, a menos que estuvieras por alguna causa grave sometido a un tratamiento. Bañarte diariamente, es un habito que debes a tu propia dignidad.
SEGUNDA Desterrar absolutamente de tu ánimo, por mas motivos que existan, toda idea de pesimismo, rencor, odio, tedio, tristeza, venganza y pobreza.
Huir como de la peste de toda ocasión de tratar a personas maldicientes, viciosas, ruines, murmuradoras, indolentes, chismosas, vanidosas o vulgares e inferiores por natural bajeza de entendimiento o por tópicos sensualistas que forman la base de sus discursos u ocupaciones. La observancia de esta regla es de importancia decisiva: se trata de cambiar la espiritual contextura de tu alma. Es el único medio de cambiar tu destino, pues este depende de nuestros actos y pensamientos. El azar no existe.

TERCERA Haz todo el bien posible. Auxilia a todo desgraciado siempre que puedas, pero jamás tengas debilidades por ninguna persona. Debes cuidar tus propias energías y huir de todo sentimentalismo.

CUARTA Hay que olvidar toda ofensa, mas aun: esfuérzate por pensar bien del mayor enemigo. Tu alma es un templo que no debe ser jamás profanado por el odio. Todos los grandes seres se han dejado guiar por esa suave voz interior, pero no te hablara así de pronto, tienes que prepararte por un tiempo; destruir las superpuestas capas de viejos hábitos, pensamientos y errores que pesan sobre tu espíritu, que es divino y perfecto en si, pero impotente por lo imperfecto del vehículo que le ofreces hoy para manifestarse, la carne flaca.

QUINTADebes recogerte todos los días en donde nadie pueda turbarte, siquiera por media hora, sentarte lo más cómodamente posible con los ojos medio entornados y no pensar en nada. Esto fortifica enérgicamente el cerebro y el Espíritu y te pondrá en contacto con las buenas influencias. En este estado de recogimiento y silencio, suelen ocurrírsenos a veces luminosas ideas, susceptibles de cambiar toda una existencia. Con el tiempo todos los problemas que se presentan serán resueltos victoriosamente por una voz interior que te guiara en tales instantes de silencio, a solas con tu conciencia. Ese es el daimon de que habla Sócrates.
SEXTA Debes guardar absoluto silencio de todos tus asuntos personales. Abstenerse, como si hubieras hecho juramento solemne, de referir a los demás, aun de tus más íntimos todo cuanto pienses, oigas, sepas, aprendas, sospeches o descubras. por un largo tiempo al menos debes ser como casa tapiada o jardín sellado. Es regla de suma importancia.
SÉPTIMA Jamás temas a los hombres ni te inspire sobresalto el DIA mañana. Ten tu alma fuerte y limpia y todo te saldrá bien. Jamás te creas solo ni débil, porque hay detrás de ti ejércitos poderosos, que no concibes ni en sueños. Si elevas tu espíritu no habrá mal que pueda tocarte. El único enemigo a quien debes temer es a ti mismo. El miedo y desconfianza en el futuro son madres funestas de todos los fracasos, atraen las malas influencias y con ellas el desastre. Si estudias atentamente a las personas de buena suerte, veras que intuitivamente, observan gran parte de las reglas que anteceden. Muchas de las que allegan gran riqueza, muy cierto es que no son del todo buenas personas, en el sentido recto, pero poseen muchas virtudes que arriba se mencionan. Por otra parte, la riqueza no es sinónimo de dicha.

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