La naturaleza siempre nos ha rebasado en poder, siempre nos ha tenido bajo su dominio. Según las Escrituras el hombre debería dominar sobre todas las cosas que hay en la faz de la tierra. Plantas y animales, ríos y montañas, rayos y truenos deberían estar bajo nuestro mandato, pero en realidad no es así.
La fuerza de los elementos nos supera con creces, y hay animales que podrían acabar con nosotros en unos segundos.
Puede ser que el hombre sea el rey de la creación, ya que su sentido gregario, su capacidad de organización y su intelecto le han permitido aposentarse en el mundo de una manera más o menos cómoda.
Desde que el hombre inventó sus primeras armas, hace ya varios miles de años, empezó su carrera tecnológica hacia la conquista del planeta, pero esas armas sólo le han servido para cazar mamut y para destruir a sus vecinos. Es decir, que le han dado seguridad relativa con respecto a su entorno, pero no han sido lo suficientemente poderosos como para preservarle de todos los males.
Y es que todos los males que aquejan a la humanidad no tienen cuatro patas y garras. Hay miedos más profundos, temores a cosas menos palpables y conocidas, terrores más profundos.
Los egipcios, con toda su ciencia y todos sus avances, se pasaron siglos temiendo a que el sol no volviera a salir al otro día, y cada atardecer le rezaban y le ofrecían sacrificios para que se dignara a volver, y como el sol volvía siempre al otro día, creyeron que sus rituales mágicos eran efectivos, por lo que jamás se plantearon la posibilidad de que el saliera todos los días por si mismo, sin necesidad de rezo ni sacrificios,
Recordemos la ciudad de Pompeya, sepultada por la lava del Vesubio. Toda una ciudad tragada por un fenómeno natural, que sucedió lo suficientemente rápido como para petrificar a personas que estaban comiendo en ese mismo momento.
Para los ciudadanos de Pompeya no debió ser muy agradable morir calcinados, pero gracias a su desgracia hoy en día podemos saber los usos y costumbres de una ciudad romana de hace varios cientos de años.
¿Temían los ciudadanos de Pompeya al volcán?.Sí, sentían verdadero pavor de sus rugidos, de los terremotos que provocaban y de sus emisiones de gas, cenizas, y lava. Pero también lo adoraban, les hacían ofrendas y sacrificios, e imploraban a Plutón, dios de las profundidades, que los protegiera del furor del volcán.
Los avisos y señales estaban dados y los habitantes de Pompeya no quisieron oír la voz del volcán que terminó ahogándolos en la lava ardiente.
¿La naturaleza siguió su curso sin más, o los ciudadanos de Pompeya eran pésimos magos?.
Dentro de nuestro inconsciente colectivo persiste un irracional temor hacía los rayos y los truenos.Cada vez que oímos cómo truena el cielo, saltamos de nuestra cómoda butaca de la sala de nuestra casa, y el corazón se nos acelera como si una terrible amenaza se dispusiera a atacarnos, como si algún mal terrible fuera a caer sobre nosotros.
Ya es raro que un relámpago caiga sobre nosotros, sobre todo si vivimos en medio de una gran ciudad, pero eso no evita que sintamos un terror interno e irracional que nos hace dar un salto cada vez que oímos crujir una tormenta. ¡Quien tuviera el poder del rayo para vencer a los enemigos y alejar los miedos! ¡Quién tuviera el poder del trueno para hacer grandes prodigios de magia!
Qué mago o bruja no ha deseado tener ese poder entre sus rituales, entre sus pócimas.
Si el rayo y el trueno son tan amenazantes para nosotros, es porque deben tener algo muy poderoso e ignoto que puede favorecernos tanto o más como puede amenazarnos, como puede amedrentarnos.
Con el agua, el fuego, la tierra y el viento se entiende el doble juego de amenaza y protección, porque al fin al cabo el agua es fuente de vida, el fuego es fuente de sabiduría y transformación, el viento es medio de transporte y de creación, y la tierra es nuestro propio suelo, materia, hogar, apoyo y sustento. Pero el rayo y el trueno, a pesar de que tienen un componente de agua y fuego, no son de una utilidad inmediata, y durante miles de años nadie los vinculó con la energía eléctrica o con cualquier otra fuente de conocimiento. El rayo simplemente se relacionaba con el poder de los cielos, más allá del agua y del viento, como sucede con algunas tormentas eléctricas.
Ahí está Zeus, el dios más humano que ha existido, lanzando rayos desde su trono en el Olimpo, blandiendo su poder de haces lumínicos y destructores entre las manos, amenazando a hombres y a dioses con esos rayos y truenos.
Amenaza y poder, poder y amenaza en un mismo concepto de una misma fuente, y es que todo lo que nos amenaza es susceptible de transformarse en algo que nos favorezca tremendamente. Los mismos dioses, con el paso de los tiempos, han dejado de convertirse en seres sabios y terribles que eran en un principio, para convertirse en seres sabios y benevolentes que nos cuidan de todos los males habidos y por haber.
Sin embargo no todas las amenazas son tan poderosas ni grandilocuentes, hay amenazas más cercanas, más humanas y más cotidianas.
ENVIDIA,COMPETENCIA,SOBERBIA, SOLEDAD, EGOÍSMO, ORGULLO, AMBICIÓN, AVARICIA, CODICIA,VANIDAD, CELOS, DESPECHO, MANIPULACIÓN, VENGANZA, RENCOR, FRUSTRACIÓN, DEPRESIÓN, IRA, ODIO, INSATISFACCIÓN, RADICALISMO, INTOLERANCIA, OBSESIÓN, FANATISMO, DESPRECIO, PODER, IMPOTENCIA, LUJURIA, DESEO, HAMBRE, POBREZA, MISERIA, DESAPARICIÓN, CORRUPCIÓN, VEJEZ, TENTACIONES, ROBO, DEPEDENCIA, DESAGRADECIDO, MIEDO, LOCURA, DESGRACIA...........
En nuestras cuitas cotidianas sólo hay tres cosas: Salud, dinero y amor.
Es precisamente en estas tres cosas en las que nos sentimos mas inseguros, temerosos y desarmados, porque son cosas, a pesar de ser tan cotidianas, desconocidas y misteriosas. Y, como a veces la suerte funciona poniéndose de nuestro lado, seguimos confiando más en la acción de lo divino que en el esfuerzo de lo humano,
Hay tres cosas que aterrorizan y que despiertan curiosidad al mismo tiempo: Pasado, presente y futuro.
Todo el mundo critica a los horóscopos que salen en los periódicos, sin embargo son precisamente la sección más leída de todos los rotativos que se imprimen en el planeta diariamente. El ser humano es curioso por naturaleza, y abrir una ventana al futuro, por falsa o poco fiable que parezca, es una tentación difícil de evitar.
Nada puede evitar que la vida nos lleve a situaciones límite, pero es mejor asistir a la cita bien protegidos y bien preparados, que sin armadura de ningún tipo..
Protegernos de nosotros mismos, somos muchas veces nuestros propios enemigos...
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