La vida está llena de malas interpretaciones, entre otras cosas, porque las cosas no son ni como las vemos ni como las creemos. Estamos tan inmersos en nuestros triunfos o en nuestros fracasos, que no nos damos cuenta de lo que tenemos alrededor ni del verdadero sentido de la vida ni del verdadero valor de las personas y las cosas.
Para oír y escuchar a los demás, no hay como oírnos y escucharnos a nosotros mismos.
Para oír y escuchar a los demás, no hay como oírnos y escucharnos a nosotros mismos.
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